Jamie Shovlin, al igual que Borremans está interesado en la tensión entre la verdad y la ficción, la realidad y la invención. Sus obras cuidadosamente ejecutadas investigan y combinan sistemas inherentemente defectuosos, la exactitud pseudo-científica y las dudosas proposiciones filosóficas.
Los soportes, los encuadres, los gestos y las actitudes de los personajes constituyen los síntomas de una distopía.
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